miércoles, 15 de mayo de 2013

Hábitats y planificación del territorio

El efecto del hombre sobre el medio ambiente existe desde que apareció nuestra especie. A medida que el hombre ha ido desarrollando nuevos métodos e instrumentos para llevar a cabo sus actividades, este efecto se ha incrementado. Si la evolución de la técnica ha sido (y es) exponencial, también los efectos medioambientales de la actividad humana han sido exponenciales. Y durante toda la historia el hombre ha actuado como si los recursos naturales fueran inagotables. El gran desarrollo actual, sin embargo, nos ha hecho darnos cuenta de que  no podemos seguir explotando nuestros recursos naturales sin tener en cuenta los efectos medioambientales, ya que seguir actuando de esta manera compromete nuestro desarrollo futuro y la pervivencia de nuestra sociedad tal y como la conocemos. Así, hemos aprendido que nuestra naturaleza es parte de nuestro patrimonio, y que nos sale rentable (incluso económicamente) conservarla.  Aparece, entonces, el concepto de gestión territorial.

Pero para poder planificar y gestionar un territorio de manera efectiva, lo primero que debemos saber es qué tenemos y dónde está. Y resulta preocupante que muchas de las administraciones que deben velar por nuestro patrimonio natural no lo sepan. Se da la circunstancia de que, en esta época digital, podemos saber, apretando una tecla, la cantidad de insolación que recibe un lugar de Zambia, o si mañana a las 12:47 comenzará a llover en Sebastopol, pero no sabemos, por ejemplo, si en el trazado previsto para esa línea eléctrica existe un afloramiento de yesos en el que crecen especies de gran valor, únicas en nuestro patrimonio.

La clasificación y cartografía de hábitats es una herramienta importantísima para llenar este vacío. Con un coste muy asequible, permite tener un conocimiento suficientemente exhaustivo como para resolver las cuestiones más generales (por ejemplo, usos del territorio), y al mismo tiempo sirve de base para obtener nuevos conocimientos de cuestiones más detalladas (por ejemplo, presencia de especies protegidas). Esto permite un gran ahorro de tiempo y dinero a empresas y administraciones, y una gestión ambiental hecha desde el conocimiento integral del territorio. Resulta, pues, una herramienta de primera magnitud para la planificación territorial, ni más, ni menos. Una herramienta que, en el mundo actual, resulta imprescindible, porque nos permite elegir la mejor y más eficiente alternativa de gestión del territorio, tanto desde el punto de vista económico como ambiental.

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